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  JOSO BESLIC EL NOVIO DE LAS PIEDRAS     Podría decirse que Croacia es el país de las piedras. Las canteras croatas son famosas desde tiempos de los romanos. Y haber provisto las columnas de caliza blanca para la Casa Blanca, en Washington D.C. en 1824, es uno de los mayores orgullos de la industria de la piedra de esa nación balcánica.   El país es sinónimo de piedra. A tal punto que en sus paradisíacas playas, sobre el Adriático, no hay arena. Son todas de piedra. Pero si Croacia es sinónimo de piedra, la región donde está enclavada, los Balcanes, es sinónimo de conflictos bélicos y de guerras civiles. De allá vino José, escapando de esa cruenta y trágica realidad, en busca de nuevos horizontes. Integrante de la ola inmigratoria croata de la segunda post guerra llegó al país el 4 de febrero de 1949 y se instaló en Córdoba, donde había una importante colectividad de ese origen. Pero no vino solo. Con él estaban su hermano Krizan y su primo Stjepan. José era el menor de lo